

El equipo Red Bull vivió su peor fin de semana de la temporada en el Gran Premio de Bahréin, y las declaraciones de Max Verstappen encendieron las alarmas: “Así no vamos a pelear por el título”, soltó tras finalizar sexto en carrera.
El neerlandés, visiblemente frustrado, habló de un monoplaza “difícil de manejar” y de errores en boxes que lo dejaron sin ritmo ni estrategia. Para muchos, sus palabras sonaron como un primer signo de ruptura interna.
Pero Christian Horner, lejos de alimentar el drama, salió a calmar las aguas:
“Es un campeonato largo. No vamos a sacar conclusiones por una sola carrera. Max peleó con todo en un coche que no estaba a la altura«.
En Red Bull no cunde el pánico. Pero la presión está servida. McLaren y Ferrari han dado un paso al frente, y el margen de error se achica.
“Tenemos que reaccionar. No hay margen para relajarse si queremos recuperar el liderato”, admitió Horner.
Con 20 carreras por delante, el Mundial de Fórmula 1 está lejos de estar decidido. Pero si algo dejó claro Bahréin es que Red Bull ya no domina con puño de hierro.
Y Verstappen lo sabe mejor que nadie.