Carlos Sainz probando a entrar en su monoplaza en el box de Ferrari

El reto de un buen reglaje en el Mónaco GP

En el caso de la prueba monegasca los  libres de viernes y sábado son fundamentales para que los equipos puedan analizar la forma en que conseguir el perfecto balance en sus monoplazas para una complicada sesión oficial de entrenamientos.

Cada una de las escuderías sigue un plan de trabajo predeterminado, dividido entre las tres sesiones.

Por supuesto que cada uno de los libres está lógicamente relacionada con los demás y proporciona pistas y datos útiles para determinar los ajustes más adecuados durante el fin de semana.

 

Mónaco presenta un procedimiento de trabajo mucho más complejo que en otros circuitos debido al enorme cambio de adherencia durante el fin de semana sobre las calles del Principado.

La configuración básica de la que se parte en cada coche es mucha carga aerodinámica y alerones con ángulos de ataque elevados.

Los equipos suelen elegir el compuesto medio (C4) como el óptimo para afrontar las primeras vueltas en Mónaco.

Se cargan aproximadamente 40/45 kg de combustible, a veces incluso 50, (cinco kg más o menos dan una diferencia de alrededor de una décima y media).

Poco a poco, la configuración aerodinámica y mecánica del monoplaza se van afinando entre la segunda parte de los libres 1 y la primera de los segundos entrenamientos.

Yuki Tsunoda camina por el Casino de Mónaco junto a sus ingenieros de RB

La mayoría de equipos dedican la segunda mitad de los libres 2 para realizar algunas tandas de simulación levantando un poco el monoplaza que irá algo más cargado de combustible y que llevará los neumáticos elegidos en principio para afrontar la carrera del domingo.

En el bacheado recorrido (por no hablar de las alcantarillas y bordillos) de Mónaco los equipos suelen «elevar» más la altura de sus monoplazas y tener una suspensión menos dura que en otros trazados.

De esta forma buscan una máxima adherencia a lo largo de todo el circuito, pero especialmente en algunas zonas «clave» como pueden ser la horquilla situada frente al Gran Hotel o la famosa zona de La Rascasse.

Eso sin olvidar que la configuración del monoplaza le lleva a tener una considerable pérdida de carga aerodinámica.

Un hecho que se vuelve determinante en una de las zonas «míticas» de Mónaco, el túnel.

 

Por eso los grandes «gurús» técnicos saben que en el Principado lo que debe primar en un monoplaza es la precisión del paso por curva y por supuesto la máxima tracción en la salida de la misma.

Y si a ese aspecto le sumamos un buen «mapa motor» para aprovechar la distribución de la energía a lo largo del recorrido, el monoplaza estará listo para afrontar lo mejor posible el reto del Mónaco GP.

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