Ferrari campeona del mundo: el secreto de un éxito que revive el mito
0 comentarios
La escudería Ferrari es campeona del mundo. Cincuenta y tres años después del triunfo del legendario 312 PB en 1972, el Cavallino Rampante vuelve a lo más alto del Campeonato del Mundo de Resistencia (WEC).
El título de Constructores —sumado a la tercera victoria consecutiva en las 24 Horas de Le Mans— corona una temporada perfecta y devuelve a la marca italiana su conexión más pura con el mito fundado por Enzo Ferrari.
En una época en la que la Fórmula 1 acapara la atención, Ferrari ha demostrado que su alma deportiva también late en el WEC, enfrentándose a auténticos gigantes de la automoción: Toyota, Porsche, Cadillac, BMW, Alpine, Peugeot y Aston Martin.
El triunfo del 499P no solo confirma la excelencia técnica del proyecto, sino también el valor humano detrás del éxito.
La comparación con el 312 PB es inevitable. Aquel coche de Mauro Forghieri marcó una era, y hoy el 499P, pilotado por Alessandro Pier Guidi, James Calado y Antonio Giovinazzi, revive ese espíritu ganador.
A su lado, los compañeros Antonio Fuoco, Niklas Nielsen y Miguel Molina, junto con Robert Kubica, Ye Yifei y Phil Hanson, han completado una temporada legendaria que ha devuelto el orgullo a Maranello.
El camino no fue sencillo. El sistema BoP (Balance of Performance) igualó artificialmente las prestaciones entre los equipos, poniendo a prueba la consistencia del proyecto italiano.
Hubo momentos complicados, en los que el Ferrari 499P pareció perder su ventaja. Pero el equipo supo resistir sin polémicas, dejando que la pista hablara por sí misma.
“Ha prevalecido la fuerza de un equipo que ha trabajado como un solo cuerpo, afrontando las dificultades del Endurance con humildad y la voluntad constante de mejorar”, destacó John Elkann, presidente de Ferrari.
El artífice de esta estructura ganadora es Antonello Coletta, el hombre que ha construido una Ferrari de resistencia sólida, científica y humana a la vez.
A su lado, el ingeniero Ferdinando Cannizzo —director técnico— y la colaboración con Dallara han dado forma a un coche equilibrado y extremadamente competitivo.
En pista, la gestión de AF Corse, bajo la dirección de Amato Ferrari, ha sido impecable. Cada pieza ha encajado con precisión suiza: sin interferencias, sin egos, con una sola meta común.
Este campeonato no es fruto de un milagro, sino de una planificación meticulosa y una pasión visceral por el Cavallino.
El triunfo en el WEC demuestra que Ferrari puede volver a dominar el automovilismo global, no solo en los circuitos de resistencia, sino también en el corazón de millones de aficionados.