Christian Horner ha construido un plan a dos años vista para que Max Verstappen decida cumplir su contrato con el equipo.
Es evidente que Horner tiene el control de la escudería con sede en Milton Keynes, pero el director del equipo habría buscado el apoyo de Mintzlaff y Marko para evitar luchas internas y estabilizar la posición de Verstappen hasta 2026.
Una «paz» en Red Bull que podría haber llegado tras quedar definitivamente archivado el «caso Horner«.
La empleada de Red Bull que había presentado una denuncia por comportamiento inapropiado había ejercido su derecho de apelación (tras una primera investigación que había exonerado a Horner) ante un abogado independiente de la empresa.
Al final de ese procedimiento judicial llegó el resultado: «recurso no concedido«. El «sello» definitivo con el que Christian Horner sigue siendo la figura principal en el control del equipo.
Antes de este cierre a la polémica los ánimos ya se habían calmado en el seno de Red Bull y es cuando Horner se dio cuenta de la necesidad de dar un giro de 180 grados en su relación con Helmut Marko.
Tuvo claro que el austríaco era la clave para restablecer rápidamente la conexión y la buena relación con el CEO de Red Bull, Oliver Mintzlaff, y el resto de integrantes de la directiva de la marca en su sede central europea.
Parece que a cambio de esa «amistad» con Marko el asesor deportivo habría decidido no utilizar la famosa clausula Verstappen y le habría asegurado a Horner que cumpliría por completo su contrato hasta finales de 2026.
Un movimiento muy estudiado por Horner para que Max no abandone el equipo con la excusa de la salida de Marko del mismo.
El deseo de Horner en restablecer rápidamente la paz y la tranquilidad en el seno del equipo podría estar también en la renovación de confianza en Checo tras ampliar su contrato.
Pero a pesar de todo ello en el equipo han existido otros episodios que han puesto el punto de mira sobre su futuro.
Curiosamente parece que la que más ha «sorprendido» internamente ha sido la de Wheatley.
Y eso porque la de Newey ha ocupado los titulares de la prensa durante los últimos meses. Además hay quien apunta que todo estaba claro desde hace tiempo y que Pierre Waché ya era el hombre «relevo» previsto por Horner ante esta situación.
La verdadera apuesta de Horner será la temporada 2026, en la que habrá mucho en juego.
Si Max permanece en Milton Keynes sabe que deberá ofrecerle una estructura que le de mucho más que seguridad y confianza.
Es en este punto en el que aparecen algunas «dudas» en el plan. ¿Será Waché la persona ideal para dirigir el nuevo proyecto con los cambios previstos en el Mundial de F1?
¿El nuevo motor fabricado con Ford será competitivo?.
Si Max no escucha la oferta de Mercedes y acepta continuar en 2026 con Red Bull podría ser en parte no solo por la presencia de Marko, sino por la curiosidad del holandés de ser el primero en poder evaluar el cambio global que experimentará el equipo con los nuevos monoplazas y propulsores.
En el entorno de Verstappen uno de los aspectos que consideran para no irse a Mercedes a finales de 2025 o antes sería precisamente el riesgo de esa nueva etapa técnica en la F1.
Pero uno de los «puntos frágiles» en el plan podría estar precisamente en las consecuencias de la marcha de esas dos personas clave en la escudería. En Red Bull existe la duda de si algunos más seguirán el ejemplo y decidirán emprender nuevos caminos en la F1 lejos de Milton Keynes.
Con la marcha de Wheatley existe el riesgo de que puedan ser aceptar la campaña de «fichajes» lanzada por Audi, que busca a más de 200 personas en su sede suiza de Hinwil.
Y por supuesto el ex director deportivo de Red Bull tiene un gran conocimiento específico de todo el personal que trabaja tanto en la pista como en la sede de Milton Keynes, y esto para Horner podría resultar un serio problema.